EXPECTATIVAS DE PAPÁ ¿CUÁL ES EL PROBLEMA?
- AURORA MAU
- 4 feb 2021
- 4 Min. de lectura
Al estar en camino un nuevo ser, hay cosas que ya trae implantadas, una de ellas que no podemos evitar es la genética, esas células incrustadas que traen ciertos códigos que en los primeros años empezaran a manifestarse, y la naturaleza del ser humano, es tan sorprendente y a la vez perfecta, que ese nuevo bebé, adoptará rasgos de mamá, papá o una combinación de ambas, inclusive llegando a parecerse a algún otro integrante de la familia.
Ahí comienza una historia, en algunos casos esa historia empieza de manera planeada, un rol que se analizó, verbalizó, se consensuó y al final, se llegó a tomar el compromiso para integrarse en lo que en un futuro te daría la etiqueta de padre o madre, en otros casos, les
tomó por sorpresa, algo inesperado, sin embargo, con mil dudas encima, y hasta miedo, asumieron la responsabilidad.

En cualquiera de las situaciones, cualquiera que sea la historia de cómo llegaste, hay una cosa que qué tus progenitores “desean” de ti, justo utilizó este término, porque va enfocado a los deseos que tiene esa persona que en su momento te está educando, vienen expresiones como: “quiero que mi hijo tenga todo lo que no pude tener”, “quiero que estudié, ya que yo no pude”, “mi hija será una gran abogada”, aquí empiezan las expectativas de los padres.
En los primeros años, estos anhelos empiezan a fomentarse, conforme el hijo (a) va creciendo, las expectativas van en aumento, esos deseos, pasan a ser, de quiero que seas a “debes ser”; “debes ser buen estudiante, buen hijo”, “debes sacar 10, pues es tu única responsabilidad”, “debes ser contador, porque, sino, como vas a manejar el negocio que te voy a heredar”, “tienes que casarte y tener hijos para ser un hombre realizado”, etc.

Ahora, estas expectativas que decretan los adultos, son bastante funcionales, aportan a un autoconcepto saludable, alientan el desarrollo, a la construcción de una buena autoestima, esas expectativas que van enfocadas a que al hijo le vaya bien en la vida, pero otras, pueden llegar a ser un mal sabor de boca. Claro que, en los primeros años, esto no causa tanto conflicto, empero, comenzando la adolescencia, comienzan los conflictos con esto que los papás han establecido, las reglas y las ordenes, empiezan a provocar roces, gran parte porque el chico está encontrando un nuevo yo y muchas de las expectativas del padre, no van con esta nueva identidad.
¿Qué pasa con el chico, que sus padres, deseaban estudiara abogacía, muestra interés por las artes plásticas? ¿Qué pasa con aquella hija, que anteriormente sus papás habían deseado fuera médico, hoy ha decidido formar una familia? O que sucede ¿Cuándo tu hijo, se inclina por alguna orientación homosexual?
Ahí es donde empiezan los conflictos, cuando algo no empata con los ideales de papá, cuando el borrador ya casi era obra, ese molde ya estaba casi terminado, lo que se esperaba es que, el hijo se amoldara a esa forma, sin cuestionar, mucho menos contrastar…y ¡Oh! Sorpresa, las cosas no han salido como te los espera ahora ¿Qué vas hacer?
Lamento mucho que hasta ese punto las cosas no hayan salido como se había contemplado, pero, es lo que hay; este es el presente, no obstante, cuando las expectativas son muy altas y no se cubren, es difícil entenderlo, porque para esa persona es su mundo y el ser flexible, no está en su sistema de creencia, cuando se es rígido, no hay puntos medios, no hay grises.
Inclusive, en estas circunstancias, si lo ves en un cuadrado perfecto, hay dos posibles
alternativas, la primera, rechazar a ese ser que dices amar “incondicionalmente”, porque no cumple con tu percepción de ver la vida, o la segunda, aceptar que las cosas no tienen que ser como tú las aprendiste, visualizaste o anhelaste, aunque como lo manifiesta Piaget, para que esa información se asimile y se acomode, es un proceso, asimilar significa que información nueva llega para amoldarse a esquemas preexistentes, después se ira acomodando haciendo modificaciones en este paquete cognitivo, sin embargo, cuando se está en una edad adulta, toma mayor tiempo.
A veces, nos inclinamos por satisfacer un mundo social, por preservar cierto estatus, por encajar en un determinado grupo, olvidamos mirar a lo más preciado que tenemos, que son seres humanos, con personalidades únicas, que tienen una identidad propia, que el no seguir ciertas normas que vienen de años atrás, a ellos ya no les son funcionales, olvidamos verlos a ellos, como lo que son y la riqueza de personaje que pueden llegar a ser si los adentramos en un mar de confianza, comprensión y sobre todo absoluto amor incondicional.

Te invito a que escuches a tu hijo o hija, comprendas que es lo que realmente necesita, más allá de lo material, interactúa con él, eso reforzará el vínculo, trátalo con respeto, no hagas comparaciones y sobre todo, se su fuente principal de motivación.
En tus manos está poner un granito de arena para la felicidad de ese ser amado, o convertirte en un obstáculo que solo creara un ambiente tenso, hostil, constantes discusiones, que llevará al pequeño a sentirse fracasado, que al adolescente lo hará sentirse culpable y para cuando esté sea un adulto, tal vez, sea uno de esos que viven sin estar, es decir, un adulto rencoroso, insatisfecho, infeliz…
¡Sé tu mejor versión!
Psic. Aurora MauJac
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